El Jardín de las Delicias - 10.000 - Educa

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Casius
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El Jardín de las Delicias - 10.000 - Educa

Mensaje por Casius »

A) Datos básicos:

Nombre: El Jardín de las Delicias
Autor: Hieronymous van Aken (El Bosco)
Nº de piezas: 10.000
Nº de bolsas: 5
Marca: Educa
Referencia: No aparece
Año Edición: 1997
Tamaño: 240 x 136 cm
Web: Educa
Lugar de compra: Librería
Precio: 107€



B) Datos técnicos

Grosor de piezas: 3
Calidad de corte: 4
Encaje de piezas: 3
Diversidad de forma de las piezas: 2
:eses: :esss: :emba:

Repetición de patrón: Sí (patrón repetido 10 veces, con 4 cremalleras verticales y 1 horizontal)
Dificultad: 4



C) Otros datos

Ubicación geográfica: Museo del Prado (Madrid).
Destino del puzzle: Guardado en su caja de madera, hasta que llegue el día en el que lo pueda enmarcar.
Comentarios: Un puzzle muy variado e interesante, tuve la suerte de ver el original hace 5 meses (aunque me llamó más la atención el dibujo que aparece si se cierra el tríptico). Con respecto al patrón, con cremalleras verticales por cada bolsa y una horizontal que divide el puzzle por la mitad. Las piezas que contienen las cremalleras suelen variar en forma en los salientes y entrantes, solo la cremallera vertical entre la tercera y cuarta bolsa consta de piezas con 3 salientes o 3 entrantes alternándose entre sí.
Aquí podréis ver su seguimiento.



Sobre la obra, aquí os cito el texto que contiene la parte posterior del póster que viene adjunto:
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Hieronymous van Aken (1.450-1.516)
El Bosco es el pseudónimo con el que fue conocido este pintor y dibujante neerlandés.
Tenemos muy pocas noticias de su vida, entre ellas, que en 1486 ingresó en la cofradía de la Madre de Dios. En esta cofradía pintaba y se ocupaba de la representación de misterios.
Buena parte de la obra del Bosco ha desaparecido a causa de un sinfín de cóleras iconoclastas. Se sabe que en 1.504 el archiduque Felipe el Hermoso le encargó un cuadro sobre el Juicio Final. En realidad, fue uno de los pintores favoritos de Felipe II, que adquirió cuadros del artista con destino a El Escorial.
Se le pueden atribuir con certeza una treintena de pinturas y solo 7 de estos cuadros están firmados.
Su obra , que aún conserva rasgos góticos, es exuberante, imaginativa y es un buen testimonio del tiempo en que fue concebida, época de guerras, de plagas, de descubrimientos, de fervor religioso y espiritual. El Bosco rompió con la rutina de tradición local del siglo XV para crear una pintura muy personal, de gran fuerza expresiva. Su obra expresa el conflicto de ideas y de sentimientos de las dos épocas entre las que se sitúa, de ahí que resulte enigmática y susceptible de varias interpretaciones. Hay quien le descubre una clarísima intención ética, otros le juzgan como atacante de herejías y otros como hereje.
El mundo visionario que caracteriza su obra como precursora del surrealismo, se puede considerar como fruto de una experiencia onírica.
Buena parte de los elementos de su obra, de clara expresión simbólica, son representaciones pictóricas de viejos dichos populares neerlandeses.
El Bosco fue iniciador del movimiento que llevó a la pintura flamenca del misticismo al realismo.
Es autor de La nave de los locos, El Carro de heno, La Epifanía, La Tentación de San Antonio y este tríptico que les presentamos, El Jardín de las Delicias.



La colección de pintura flamenca del Museo del Prado abarca desde los pintores del siglo XV hasta los del siglo XVIII, cuando esta escuela se dividió en 2 concepciones distintas, del mismo modo que se dividieron los territorios que habían constiuido los antiguos Países Bajos españoles.
La calidad de la colección de pintura flamenca viene justificada porque se puede seguir la evolución artística de esta escuela pictórica. Se trata de obras que fueron adquiridas por los monarcas y la nobleza españoles en el momento desu producción.
Este interés por el arte flamenco se remonta a la Edad Media y a las relaciones económicasentre Borgoña y Castilla. Los monarcas españoles no sólo compraban obras de arte flamencas sino que también contrataban a su servicio a pintores de aquella nacionalidad.
El primero de los 3 momentos clave de evolución coresponde al siglo XV, de la mano de los llamados pintores “primitivos”, inmersos en el mundo medieval pero iniciadores de novedades. Uno de los pintores más importantes de la época y de ese movimiento fue, sin duda, el Bosco, cuya obra principal es El Jardín de las Delicias.

Este cuadro llegó a manos de Felipe II y está mencionado en el inventario de los cuadros enviados por el rey a El Escorial. Fue descrito por primera vez por el padre Sigüenza como el cuadro “de las fresas” y designado por los escritores españoles de la época como “la lujuria”. Sujeto, como ya hemos comentado, a diversas interpretaciones, la más difundida es la moralístico-didáctica: el preludio con el tercer día del Génesis (que no se reproduce en este puzzle); a la izquierda, la creación de Eva, base de los males del mundo; en el centro, la representación de los pecados carnales; a la derecha, el infierno como castigo. A mediados del siglo XX se introdujo la explicación de los símbolos según la alquimia, la falsa doctrina que aparta a los hombres de la salvación y del pecado carnal. Algunos críticos han querido dar una interpretación psicoanalítica para desarrollar la búsqueda de los símbolos eróticos, recurriendo al folklore, la jerga y las metáforas corrientes de la poesía holandesa de principios del siglo XVI. Incluso hay quien cree que el conjunto fue ordenado por el maestro de la secta del Libre Espíritu, para quien el infierno sería para los herejes, pecadores contra las doctrinas de la secta, pero un infiernoque es el inicio de la redención.
El Bosco mantiene un estilo arcaico, con composiciones simétricas y, en ocasiones, rígidas aunque, por otra parte, se puede apreciar en él una cierta tendencia hacia lo abstracto, reflejada en sus pinceladas largas que, a veces, llegan a contraer las formas.


El paraíso terrenal: Es la cara interna de la parte izquierda representando la creación de Eva. La imagen del Creador se relaciona con la tradición antigua, un tanto olvidada por los del siglo XV y reanudada por el Bosco, según el cual Dios creó el mundo mediante su Verbo. En el Paraíso terrenal aparecen señales de una vitalidad antinatural en las rocas, plantas y animales que empiezan a devorarse mutuamente. La palmera con la serpiente enroscada es el árbol del bien y del mal, de los frutos tentadores que la mujer ofrece al hombre. Se encuentran también algunos signos alquímicos, como el dragón de 3 cabezas que sale del estanque o el huevo rocoso. El centro exacto de la composición lo da la fuente de la vida, que recuerda el fondo marino. También se aprecia la media luna como símbolo diabólico. Este mundo absurdo está resuelto con incomparable delicadeza, con la bivalencia de pensamiento y de pintura típica del Bosco, que se concreta en un continuo intercambio entre aceptación y condena de la belleza y el horror universales.

El jardín de las delicias: Ésta es la parte central del conjunto, que representa a personas desnudas unidas en parejas o en grupos dentro de curiosos receptáculos vegetales o minerales, que se abandonan a las dulzuras carnales. A la ambigua mezcla de desnudos le corresponde una inspiración real en los baños galantes de mala fama de la época. En el centro de la composición está la cabalgata en torno a la fuente de la juventud, en la que se bañan las mujeres, que tienen sobre sus cabezas cuervos (incredulidad), pavos (vanidad) e ibis (devoradores de peces muertos). Los animales de la cabalgata serían símbolos de la lujuria y otros pecados. Toda la obra está impregnada del sentido de la transmutación perpetua: las cabezas de los amantes se convierten en frutos, extrañas vegetaciones florecen de los traseros de los desnudos... Todos estos son símbolos eróticos de procedencia onírica, alquímica, mística y, más corrientemente, popular. También son alquímicos algunos colores como el naranja, el rojo, o los azules, que son los colores del fraude y la maldad.
Este enorme montón de símbolos no pesa sobre las posibilidades expresivas del artista que saca de ellos una vitalidad inagotable, libre de mera inspiración.

El infierno musical: Es la cara interior del postigo de la derecha, con el castigo de los pecados carnales y también de otras culpas. Para alguns críticos, este infierno es un pavoroso sueño del pintor, identificado como el hombrecillo apoyado en el borde del huevo. Otros opinan que es el testimonio de la restauración universal para redimir a los pecadores a través de los instrumentos con la revelación musical de la Trinidad. La cabeza del monstruo es un posible autorretrato que introduce el elemento habitual del pensamiento “testigo”. El arpa, el laúd y el órgano de manivela del infierno musical, convertidos en instrumentos de suplicio y rodeados de condenados y diables que cantan con la partitura, son símbolos sexuales del castigo.



El cuadro, tal vez, podría calificarse como uno de los más enigmáticos trabajos de un artista más preocupado por el contenido que por la forma, y cuya peculiar perspectiva de la realidad presentaba a una humanidad pecadora que arrastra sus vicios mientras permanece prisionera de los placeres terrenales.
Fue entregado al Monasterio de San Lorenzo el Real en 1.539 y trasladado al Museo del Prado en 1.935 para ser retaurado, donde se quedó por decisión del Gobierno en 1.939.



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Fotos más detalladas de las zonas del puzzle:

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Como el puzzle casi tiene las mismas medidas que la obra original, he sacado fotos de algunos detalles para que lo veáis:
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