Solo puede quedar una
Publicado: 26 Feb 2013 16:38
Cojo la caja. Y la miro. Lo primero es mirar bien el dibujo, las partes fáciles, difíciles, una primera ojeada.
Después viene el primer trabajo sucio. Junto todas las piezas y las echo en una de las partes de la caja. Después, una a una, voy pasándola a la otra parte de la caja. Es importante hacerlo de una a una. Cuando veo un borde lo separo, y lo mismo cuando aparece una esquina.
Este es el primer paso. Y es importante para mi hacerlo así ¿Por qué? Al haberlo hecho de una en una todas las piezas han pasado ya por mis manos. Ya saben quien manda aquí. Saben que soy el jefe y saben que las estoy vigilando. Nos conocemos.
Otro vistazo al dibujo. Este más largo, 15 minutos. A memorizar el dibujo, aprenderlo bien para luego poder ubicar correctamente las piezas sin tener que mirar el dibujo.
Una vez memorizado el dibujo empieza el reagrupamiento por colores. Otra vez todas las piezas pasan por mi mano. Que sepan que no se va a escapar ni una.
El puzzle va avanzando hasta que ya solo unas pequeñas partes quedan por cubrir. Hago una comparación visual y siempre pienso que no me van a llegar las piezas, seguro que he perdido alguna. Hay una zona en la que ya es imposible diferenciar las piezas porque todas se parecen mucho. El típico azul cielo, marrón suelo o negro sombra. No queda otra: hay que usar la fuerza bruta. Probar todas las piezas una a una hasta llenar el hueco. No me pilla por sorpresa porque desde el principio sé que en la vida de todo puzzle siempre hay una parte que hay que resolver con fuerza bruta.
Otra comparación visual: mierda, seguro que hay más huecos que piezas.
El puzzle sigue avanzando hasta que solo quedan 5 huecos, y 5 piezas, pero en mi mente aun no han encajado. Sigo poniendo, 3 piezas, ¿y cuántos huecos? ¿eso es un hueco o no? seguro que he perdido piezas. Pongo una más. Dos piezas, dos huecos. Ahora sí que no hay fallo.
Veo la última pieza que queda, la cojo con la mano, la acerco a la cara y le digo: así que desde el principio sabías que tú ibas a ser la última, y no dijiste nada. No me enfado con ella, porque es como una hija: la he visto moverse por toda la mesa desde la primera vez que pasó por mis manos en la separación del borde.
La pongo y por primera vez observo el puzzle con perspectiva en su totalidad, y por fin, deslizo la mano por toda la superficie, sin interrupciones, sin huecos. Victorioso.
Después viene el primer trabajo sucio. Junto todas las piezas y las echo en una de las partes de la caja. Después, una a una, voy pasándola a la otra parte de la caja. Es importante hacerlo de una a una. Cuando veo un borde lo separo, y lo mismo cuando aparece una esquina.
Este es el primer paso. Y es importante para mi hacerlo así ¿Por qué? Al haberlo hecho de una en una todas las piezas han pasado ya por mis manos. Ya saben quien manda aquí. Saben que soy el jefe y saben que las estoy vigilando. Nos conocemos.
Otro vistazo al dibujo. Este más largo, 15 minutos. A memorizar el dibujo, aprenderlo bien para luego poder ubicar correctamente las piezas sin tener que mirar el dibujo.
Una vez memorizado el dibujo empieza el reagrupamiento por colores. Otra vez todas las piezas pasan por mi mano. Que sepan que no se va a escapar ni una.
El puzzle va avanzando hasta que ya solo unas pequeñas partes quedan por cubrir. Hago una comparación visual y siempre pienso que no me van a llegar las piezas, seguro que he perdido alguna. Hay una zona en la que ya es imposible diferenciar las piezas porque todas se parecen mucho. El típico azul cielo, marrón suelo o negro sombra. No queda otra: hay que usar la fuerza bruta. Probar todas las piezas una a una hasta llenar el hueco. No me pilla por sorpresa porque desde el principio sé que en la vida de todo puzzle siempre hay una parte que hay que resolver con fuerza bruta.
Otra comparación visual: mierda, seguro que hay más huecos que piezas.
El puzzle sigue avanzando hasta que solo quedan 5 huecos, y 5 piezas, pero en mi mente aun no han encajado. Sigo poniendo, 3 piezas, ¿y cuántos huecos? ¿eso es un hueco o no? seguro que he perdido piezas. Pongo una más. Dos piezas, dos huecos. Ahora sí que no hay fallo.
Veo la última pieza que queda, la cojo con la mano, la acerco a la cara y le digo: así que desde el principio sabías que tú ibas a ser la última, y no dijiste nada. No me enfado con ella, porque es como una hija: la he visto moverse por toda la mesa desde la primera vez que pasó por mis manos en la separación del borde.
La pongo y por primera vez observo el puzzle con perspectiva en su totalidad, y por fin, deslizo la mano por toda la superficie, sin interrupciones, sin huecos. Victorioso.