Un maldito gato destruyó mi Big Ben
Publicado: 02 Feb 2016 16:33
Lo que les voy contar me pasó hace más o menos unos 7 u 8 años. Estaba armando mi primer puzzle de 3000 piezas, una hermosa (si bien trillada) imagen del parlamento inglés y el Big Ben. Esta es la imagen del mismo rompecabezas pero de Trefl; el mío es de otra marca, no recuerdo cuál es pero sí sé que es alemana:

Actualmente lo tengo guardado en su caja; cuando lo haga enmarcar, lo publico.
En fin, el tema es que estaba en mi primer departamento de soltero, viviendo con lo justo. Y eso implicaba, entre otras estrecheces, tener una mesa bastante pequeña que no me alcanzaba para ensamblar el modelo completo. Por eso decidí comprar una placa de telgopor de gran tamaño, que me sirviese para trabajar. La coloqué sobre la mesa y puse manos a la obra.
Hasta ahí, todo de fiesta. Aprovechaba los momentos libres para ir completando el asunto y ya llevaba más o menos un 70 % terminado. Pero sucedió algo que debí haber previsto...
Resulta que la mesa estaba ubicada junto a una ventana que daba al patio, así aprovechaba la luz y la brisa que me resultaba indispensable para sobrevivir el horno en que se convertía el departamento. Por eso dejaba casi siempre las ventanas abiertas; esto me traía un problema: constantemente se metían los gatos del barrio haciendo de las suyas con el tacho de basura y los restos de comida. Sin ser amante de las mascotas, pero tampoco un desalmado, me limitaba a espantarlos hasta su próxima visita.
Pero un día, uno de ellos se paró en la ventana junto a la mesa (y el rompecabezas). Recuerden que la placa en la que estaba armándolo sobresalía bastante de la mesa. Cuando lo vi, hice señas para espantarlo. Pero el muy bribón, en vez de salir, saltó sobré la placa con tan endemoniada mala suerte que cayó en la parte sin apoyo
Se imaginarán el dantesco resultado: la placa se levantó, volando por los aires el trabajo de meses, dejando el cadáver de mi bello Big Ben totalmente mutilado en el piso.
El desaliento me llevó a guardar las piezas (milagrosamente no perdí ninguna, como después pude comprobar) y cajoneé el rompecabezas durante un par de años, hasta que me decidí a retomarlo. ¿El gato? No recuerdo que fue de él, aunque seguramente se marchó sin demasiado remordimiento.

Actualmente lo tengo guardado en su caja; cuando lo haga enmarcar, lo publico.
En fin, el tema es que estaba en mi primer departamento de soltero, viviendo con lo justo. Y eso implicaba, entre otras estrecheces, tener una mesa bastante pequeña que no me alcanzaba para ensamblar el modelo completo. Por eso decidí comprar una placa de telgopor de gran tamaño, que me sirviese para trabajar. La coloqué sobre la mesa y puse manos a la obra.
Hasta ahí, todo de fiesta. Aprovechaba los momentos libres para ir completando el asunto y ya llevaba más o menos un 70 % terminado. Pero sucedió algo que debí haber previsto...
Resulta que la mesa estaba ubicada junto a una ventana que daba al patio, así aprovechaba la luz y la brisa que me resultaba indispensable para sobrevivir el horno en que se convertía el departamento. Por eso dejaba casi siempre las ventanas abiertas; esto me traía un problema: constantemente se metían los gatos del barrio haciendo de las suyas con el tacho de basura y los restos de comida. Sin ser amante de las mascotas, pero tampoco un desalmado, me limitaba a espantarlos hasta su próxima visita.
Pero un día, uno de ellos se paró en la ventana junto a la mesa (y el rompecabezas). Recuerden que la placa en la que estaba armándolo sobresalía bastante de la mesa. Cuando lo vi, hice señas para espantarlo. Pero el muy bribón, en vez de salir, saltó sobré la placa con tan endemoniada mala suerte que cayó en la parte sin apoyo

Se imaginarán el dantesco resultado: la placa se levantó, volando por los aires el trabajo de meses, dejando el cadáver de mi bello Big Ben totalmente mutilado en el piso.
El desaliento me llevó a guardar las piezas (milagrosamente no perdí ninguna, como después pude comprobar) y cajoneé el rompecabezas durante un par de años, hasta que me decidí a retomarlo. ¿El gato? No recuerdo que fue de él, aunque seguramente se marchó sin demasiado remordimiento.